Las relaciones entre naturaleza, medio ambiente, población y territorio —temas de este volumen— tienen muchas interconexiones sistémicas. Pero Jalisco experimenta el dislocamiento entre sustentabilidad y gestión medioambiental debido a un crecimiento urbano anárquico. Aunque se han creado organismos, normas e instituciones federales, estatales y municipales que regulan la explotación de los recursos naturales, se sigue deteriorando la calidad de vida de las zonas urbanas y rurales del estado. Las primeras padecen problemas de contaminación, movilidad y carencia de agua.
Desde los años ochenta del siglo pasado, Jalisco cuenta con la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán, y actualmente existen instituciones, proyectos académicos y sociales orientados a la protección y explotación racional de los recursos, la conservación de ríos y aguas, y la explotación de ecosistemas marinos. Sin embargo, en el estado se sienten los efectos del cambio climático ante la debilidad de las políticas ambientales. Para la conservación de los ecosistemas se necesita una cultura ambiental que aliente a los ciudadanos y el gobierno a conseguir la sustentabilidad del territorio en los ámbitos rural y urbano.
En el aspecto demográfico, el tamaño de la población de Jalisco tiende a estabilizarse, y se concentra en unos pocos territorios. Su envejecimiento relativo es un problema, pero también una oportunidad, representada por el bono demográfico, que no se ha utilizado cabalmente por la exclusión laboral o educativa, la delincuencia y la emigración internacional de los jóvenes.